lunes, 15 de febrero de 2010

ESTIMULACION TEMPRANA PARA CUALQUIER NIÑO

Un bebé siempre nos despierta ternura por su inocencia. Es un ser que está a las puertas de todo un proceso de construcción, alguien vulnerable, indefenso, que no dispone de recursos suficientes para valerse por sí mismo. Nada más nacer apenas cuenta con el lloro para procurar la atención de su madre, la succión para alimentarse, y el reflejo de cerrar las manos para aferrarse a algunos objetos.
En comparación con otros seres vivos la diferencia es abismal, pues la mayoría de las especies, salvo la humana, tardan mucho menos en madurar y en ser autónomas. Pero esta mayor dependencia del bebé con respecto a los padres, lejos de ser algo negativo, supone un beneficio a la larga, porque le permite disponer de más tiempo para desarrollar todo su potencial. Todos esos años de infancia dotarán al cerebro de la
flexibilidad necesaria para alcanzar auténticos logros.
El hecho de nacer sin finalizar significa que gran parte de las habilidades motrices y cognitivas las podrá ir aprendiendo, y esto jugará a su favor cuando tenga que adaptarse a un ambiente cambiante e imprevisible. Y es en este espacio reservado al aprendizaje donde cobra sentido la
estimulación temprana, un conjunto de medios, técnicas y actividades con base científica que, aplicadas de forma sistemática y secuencial, potencian determinadas funciones cerebrales en un contexto pedagógico y lúdico.

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